Había una vez en un tranquilo y soleado huerto, una naranja llamada Nelly y un limón llamado Larry. Ambos eran frutas muy amigables, siempre se llevaban bien, pero había rivalidad entre ellos cuando se trataba de ser el mejor postre del huerto. ¿Quién era el más apreciado?
Un día, se anunció la gran competicíon de frutas de postre. La noticia se propagó rápidamente, y todos los frutos se emocionaron por la oportunidad de mostrar sus habilidades culinarias. Nelly y Larry no eran la excepción, así que comenzaron a planear su estrategia para ganar.
Nelly, siendo una naranja muy dulce, decidió hacer una deliciosa tarta de naranja. Estaba convencida de que su sabor dulce y refrescante sería irresistible para el jurado. Pasó horas recolectando los ingredientes más jugosos y preparando su postre con gran esmero.
Por otro lado, Larry, siendo un limón muy agrio pero ingenioso, decidió sorprender a todos con un postre único. Se le ocurrió hacer un soufflé de limón con un toque picante. Estaba seguro de que su originalidad sería lo que lo llevaría a la victoria. Larry se puso manos a la obra, exprimiendo todo su jugo en la mezcla y añadiendo un poco de chile para darle ese toque especial.
Llegó el día de la competencia y los postres de todos los frutos se exhibieron con orgullo. Había pasteles, helados y tartas de todas las formas y colores. Nelly y Larry esperaban ansiosos a que el jurado probara sus creaciones.
El jurado comenzó a probar los postres uno por uno, y cuando llegó el turno de Nelly, todos los frutos estaban emocionados por probar su tarta de naranja. Sin embargo, cuando el primer bocado de la tarta llegó a los labios del juez, su rostro se transformó en una mueca de disgusto. La tarta de Nelly resultó ser demasiado dulce, casi empalagosa. Los jueces intentaron disimular su desagrado, pero era evidente que no estaban disfrutando del postre de Nelly.
Después de la decepción de Nelly, llegó el turno de Larry y su soufflé de limón picante. Todos estaban intrigados por el sabor único que prometía. El jurado se sirvió una porción y, al probarla, sus caras se iluminaron con una sonrisa. Resultó que la combinación de acidez y picante del soufflé de limón de Larry era perfecta. Los jueces quedaron encantados y no pudieron evitar pedir más.
Al final, Larry ganó el concurso y fue nombrado el mejor postre del huerto. Nelly, aunque decepcionada, no pudo evitar reírse de la situación. Se dio cuenta de que no todo se trataba de ser dulce y agradable, a veces un poco de sorpresa y audacia podían conquistar los paladares.
Nelly y Larry dejaron de competir y se convirtieron en grandes amigos. Juntos, siguieron disfrutando de los días soleados en el huerto. Su amistad demostró que incluso una elección de postre podía unir a dos frutas que antes eran rivales.
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