La historia de Messerschmitt está profundamente ligada al desarrollo de la aviación alemana durante el siglo XX, especialmente en los años previos y durante la Segunda Guerra Mundial. La compañía fue fundada por Wilhelm Messerschmitt, un destacado ingeniero alemán, quien inicialmente estableció su propia empresa en 1923. Más tarde, esta se integró a Bayerische Flugzeugwerke (BFW), una compañía de aviación que había surgido en 1916. En 1938, la empresa adoptó oficialmente el nombre de Messerschmitt AG, consolidando su identidad bajo el liderazgo de su fundador.
Durante la década de 1930 y los años de la guerra, Messerschmitt se convirtió en uno de los principales fabricantes de aviones para la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana. Entre sus diseños más destacados se encuentra el Messerschmitt Bf 109, un caza que fue reconocido por su avanzada tecnología, velocidad y maniobrabilidad. Este avión jugó un papel fundamental en numerosas campañas aéreas. Además, la compañía desarrolló el Me 262, el primer avión de combate a reacción del mundo, un logro revolucionario que marcó un hito en la historia de la aviación.
Con la derrota de Alemania en 1945, Messerschmitt enfrentó un duro golpe. Las restricciones impuestas por los Aliados detuvieron su producción, obligándola a dedicarse a fabricar bienes no relacionados con la aviación, como mocicletas y maquinaria. Eventualmente, la compañía fue autorizada a retomar su actividad en el sector aeronáutico, aunque su protagonismo ya no era el mismo de antaño.
En las décadas siguientes, Messerschmitt se fusionó con otras empresas, lo que dio lugar a Messerschmitt-Bölkow-Blohm (MBB) en los años sesenta. Este nuevo conglomerado expandió su enfoque hacia la ingeniería aeroespacial. Finalmente, MBB fue absorbida por Daimler-Benz Aerospace en 1989, y más tarde pasó a formar parte del consorcio europeo Airbus Group.
El legado de Messerschmitt permanece como un símbolo de innovación tecnológica en la aviación, especialmente en el ámbito militar.